Visitar Islandia en noviembre es una invitación a conocer la transición de la isla a la serena tranquilidad del invierno, con la posibilidad añadida de presenciar las espectaculares auroras boreales.
Los paisajes se pintan con los tonos dorados del otoño que se mezclan con los blancos de las primeras nieves, creando un llamativo contraste con la oscura roca volcánica. En esta época del año se puede disfrutar de la cruda belleza de Islandia con menos turistas, lo que permite un viaje más personal e introspectivo.
A pesar del aire frío, noviembre en Islandia se calienta con la promesa de aventura. El comienzo de la temporada de cuevas de hielo ofrece una oportunidad única para explorar estas maravillas de color azul cristalino, y los terrenos cubiertos de nieve se convierten en el escenario perfecto para motos de nieve, esquí y snowboard. Los días más cortos dan paso a noches más largas, ideales para la caza de auroras, un espectáculo realmente fascinante cuando el cielo se convierte en un lienzo para estas danzarinas luces.
En Reikiavik, la oferta cultural prospera con eventos como el festival de música Iceland Airwaves, que ofrece actuaciones en directo de una mezcla de artistas consagrados y estrellas emergentes. Los amantes de la cocina pueden adentrarse en el paladar islandés con restaurantes que ofrecen productos de temporada y platos tradicionales. Bañarse en las aguas geotérmicas, explorar el encanto de la arquitectura de la ciudad o adentrarse en el rico tapiz de historia y arte de los museos son formas perfectas de contrarrestar el frío exterior.
Puede que noviembre traiga el frío, pero también la calidez de la hospitalidad islandesa, por lo que es una época excelente para visitar y conocer la isla.